Jason Samir Vital

El Precio de la Tierra

Jason Samir Vital

Colombia


sanvipo07@gmail.com

Este realizador audiovisual, guionista, escritor y artista plástico; se ha

desempeñado en la producción, dirección y escritura de distintos trabajos

audiovisuales. Ha dirigido y escrito cortometrajes como Necesito que

estés triste (2014); Pata gallina (2014), donde realizó la co-dirección y

co-escritura; los largometrajes El Condado Narizonia (2014) y Los sedientos

caballos del alma (2014). En el 2013 co-produjo el cortometraje documental

Cromunidad, y en el 2014 se desempeñó como director y guionista del

largometraje de ficción El silencio que antecede, que se encuentra en producción.

Fue Corresponsal de Prensa en Punto Cardinal Comunicaciones, Gestor

Cultural en la Fundación UVENDOR y Asesor Pedagógico y Diseñador de

Proyectos en la Fundación CULTURA Y OTREDAD. En el 2003 fue premiado

con el Primer puesto en el Concurso Nacional del Cuento de la Policía

Nacional, en el 2009 obtuvo el primer puesto en el Concurso de Poesía de

la Universidad de Cartagena, y en el 2012 obtuvo el premio Nacional de

poesía de la Corporación cultural Sísifo. Ha sido ponente en el congreso

nacional de filósofos de la universidad del Atlántico en el 2009, y en el Foro

Interno de Filosofía de la Universidad de Cartagena.

Entre su producción artística se destaca la novela Una luz no apetecida, el

libro de cuentos Entre sangre y abismo, y el poemario El abismo que fundamos.

Así como sus pinturas Estudios del agua y de la luz: vida cotidiana de

los campesinos córdobeses y Números de guerra: rostros de las víctimas de la

violencia en Colombia.

Sinopsis

Antonio Saldarriaga, un escritor y pintor cerca de los 60 años, se niega a

ceder ante la constante presión de su esposa de vender el lote que le sirve

de estudio y lugar de trabajo, para que ella pueda saldar algunas deudas

que los acosan y tener un respiro económico.

El lote es un espacio de casi una hectárea, lleno de matas de bijao, árboles

de mango y algunas palmeras, en el que Antonio ha levantado tres paredes

y un techo, para guindar su hamaca y sentarse a escribir y a pintar. Allí lo

visitan sus amigos artistas, y uno que otro periodista o investigador que

llegan preguntando alguna cosa sobre el desaparecido poeta Raúl Gómez

Jattin, de quien Antonio fue amigo entrañable desde la infancia. De manera

frecuente también lo acompaña en el lote Santiago, un joven escritor que le

ayuda a Antonio a transcribir sus manuscritos al computador, puesto que

Antonio sólo maneja la máquina de escribir.

Una tarde en el lote, Antonio recibe la visita de un par de paramilitares

que le advierten que son la autoridad de los alrededores, y que los vecinos

se han quejado por el constante olor a marihuana que emana desde el lote.

Lo amenazan con matarle si hay alguna otra queja.

Los paramilitares hacen que modifique drásticamente su rutina de trabajo

y de vida en el lote, sin embargo Antonio le confiesa a sus amigos que no

les tiene tanto miedo a los paramilitares como a la presencia del vampiro

que ha sentido llegar a veces en las noches entre las matas de bijao . El

vampiro le causa un terrible pavor y por eso nunca se queda a dormir en

el lote, regresa cada mañana desde Cereté, donde vive con su mujer y sus

tres hijos.

Entre la inminencia de lo inesperado, el acecho de lo terrible, la presión

de la pobreza, el martilleo de la máquina de escribir y el forjamiento de

cada lienzo, Arturo, el hijo mayor de Antonio, tratará de entender por qué

su padre se empecina en no desprenderse del lote.